Explorando las culturas del fútbol en el mundo - Parte 1

Exploramos cómo distintas culturas han dado forma al fútbol: desde el jogo bonito de Brasil y la defensa férrea de Italia, hasta el Fútbol Total de Holanda, el juego directo inglés y la garra charrúa uruguaya. Una mirada a los estilos que marcaron identidad dentro y fuera de la cancha.
Fútbol brasileño estilo samba: el ícono Ronaldinho es tackleado por el jugador inglés Paul Scholes
Ronaldinho y Paul Scholes en el partido de cuartos de final del Mundial entre Inglaterra y Brasil en Shizuoka, Japón, el 21/06/2002.(Crédito de la imagen: Colorsport/REX -7430211a / TT)

“Un vacío asombroso: la historia oficial ignora al fútbol.” Los textos de historia contemporánea no lo mencionan, ni siquiera de pasada, en países donde el fútbol ha sido y sigue siendo un símbolo primordial de identidad colectiva. Juego, luego existo: un estilo de juego es una forma de ser que revela el perfil único de cada comunidad y afirma su derecho a ser diferente. “Dime cómo juegas y te diré quién eres.”  

Así escribió Eduardo Galeano, el legendario autor y periodista uruguayo. Durante gran parte de la historia del fútbol, tuvo razón. Las selecciones nacionales tenían una identidad distintiva en cuanto a su estilo de juego.  

Eso es menos cierto hoy en día: debido a la globalización, las formas de entender el fútbol se han vuelto cada vez más homogeneizadas. Sin embargo, estas maneras nacionales de concebir el juego todavía existen, al menos en cierta medida. 

En la primera parte de este artículo, exploramos cinco culturas futbolísticas de diferentes partes del mundo. Además de describir el estilo de juego asociado a cada país, evaluamos hasta qué punto es cierto el estereotipo. 

El estilo samba en el fútbol

Antes del Mundial de 1998, Nike lanzó un anuncio protagonizado por varios miembros de la selección brasileña. Mostraba a figuras como Ronaldo, Romário, Roberto Carlos, Denílson y Juninho haciendo trucos y filigranas dentro de un aeropuerto. 

El comercial ayudó a consolidar la reputación de Brasil como un grupo de futbolistas despreocupados para quienes joga bonito(‘el juego bonito’) era lo más importante de todo. Brasil, según cuenta el mito, ha jugado desde hace mucho un estilo de fútbol que refleja la samba, una danza enérgica y rítmica que se interpreta en las playas de Río de Janeiro y más allá. 

Ciertamente,  Brasil ha producido más que su justa cuota de futbolistas maravillosamente dotados y deslumbrantes: pensemos en Garrincha, Zico, Ronaldinho, Neymar. En 1970, un equipo liderado por Pelé ganó la Copa del Mundo jugando una versión hipnotizante del fútbol. Doce años después, Brasil no levantó el trofeo, pero conquistó el corazón de los aficionados al fútbol de todo el mundo con su juego fluido y ofensivo. 

“La belleza viene primero. La victoria es secundaria. Lo que importa es la alegría”, dijo Sócrates, miembro de aquel equipo de 1982 que fue eliminado por Italia en la segunda fase de grupos. Su compañero Zico describió aquella fatídica derrota por 3-2 como “el día en que murió el fútbol”. 

Sin embargo, al menos en el caso de Brasil, el estereotipo va demasiado lejos. Tampoco reconoce suficientemente los logros del país: no se ganan cinco Copas del Mundo —récord absoluto— simplemente llegando en chancletas a dar unas patadas al balón. De hecho, el trabajo pionero de Brasil en los campos de la táctica y la preparación suele pasarse por alto debido a la imagen de la Seleção como un grupo de artistas despreocupados. 

Los gigantes sudamericanos ganaron su primera Copa del Mundo en 1958. Contar con un sensacional Pelé de 17 años en sus filas ayudó, mientras que Didi, Garrincha, Djalma Santos, Nilton Santos y Mario Zagallo también eran jugadores excelentes. Pero el uso de una defensa de cuatro, una novedad en aquellos tiempos, fue igualmente clave. Brasil llegó a Suecia aquel verano con un masajista, un psicólogo deportivo e incluso un dentista en su comitiva. Ningún otro equipo se había preparado con tanta minuciosidad. 

Otra cosa que vale la pena señalar es que la mayoría de los aficionados brasileños preferirían ganar jugando feo antes que perder jugando bonito. En ese sentido, Sócrates estaba desfasado respecto a sus compatriotas. Hubo pocas críticas hacia la funcional y pragmática selección de 1994, porque ese año ganó la Copa del Mundo. Por el contrario, aquella talentosa selección ofensiva con Kaká, Ronaldo, Adriano, Ronaldinho, Robinho y Juninho Pernambucano recibió duras críticas tras su eliminación en cuartos de final de 2006. 

El catenaccio y la defensa italiana

En los campos del arte, la moda, la música, la gastronomía y más, un toque de estilo es fundamental en la manera italiana de hacer las cosas. La dolce vita (‘la dulce vida’) representa el estilo de vida ideal en la península, lleno de belleza y placer. 

Sin embargo, esta actitud no se extiende al fútbol. En este ámbito, al menos, los italianos están más que dispuestos a sacrificar el estilo por la sustancia. “Ganar no es lo más importante, dice el lema de la Juventus, el club más exitoso de Italia, es lo único que importa.” 

Muchos atribuyen esta actitud no a un jugador ni a un entrenador, sino a un periodista. En 1949 Gianni Brera se convirtió en redactor jefe del diario La Gazzetta dello Sport, un cargo desde el cual ejerció una enorme influencia en el fútbol. 

Quizá sea una anécdota apócrifa, pero cuentan que Brera definió un 0-0 como ”el partido perfecto”. Independientemente de que la cita sea o no exacta, ofrece una idea de su preferencia por el estilo de juego basado en la defensa con el que Italia ha estado asociada durante mucho tiempo.  

El mejor ejemplo de ello es el catenaccio, que se traduce literalmente como ‘cerrojo’. Fue inventado por un entrenador austríaco, Karl Rappan, pero lo popularizó Helenio Herrera, cuyo Inter ganó tres títulos de la Serie A y dos Copas de Europa utilizándolo. El Inter se alineaba con cuatro defensores al hombre y un líbero por detrás para mayor protección. Se conformaban con replegarse y ceder la posesión, antes de lanzarse al contraataque a gran velocidad.  

Italia ha producido numerosos delanteros de primer nivel a lo largo de los años, desde Giuseppe Meazza y Gigi Riva hasta Roberto Baggio y Francesco Totti. Y, sin embargo, podría decirse que los dos más grandes futbolistas de su historia fueron defensores: Paolo Maldini y Franco Baresi. 

Incluso cuando el país se ha alejado de un estilo excesivamente cauto y reactivo, un cambio debido en gran medida a Arrigo Sacchi, Italia sigue siendo reconocida por su obsesión con la táctica y la estrategia. Los entrenadores de la Serie A son habitualmente cuestionados en detalle sobre sus modelos de juego.  

”En 20 minutos aquí”, dijo Rafael Benítez, exentrenador de Liverpool y Chelsea, en su rueda de prensa de presentación con el Napoli en 2013, “me han hecho más preguntas tácticas que en todo un año en Inglaterra.” 

Holanda: Fútbol Total 

El mundo entero parecía apoyar a Países Bajos cuando se midió (y cayó ) ante Alemania Occidental en la final del Mundial de 1974. En las semanas anteriores, una Holanda deslumbrante con Johan Cruyff, Johan Neeskens y Johnny Rep maravilló con varias exhibiciones de Fútbol Total, un estilo en el que los jugadores intercambiaban posiciones por todo el terreno de juego. 

Holanda no creó este sistema de la nada. Austria en la década de 1930 y Hungría en la de 1950 demostraron elementos de un enfoque que más tarde se asociaría con los holandeses. Jimmy Hogan, un entrenador británico, es considerado el padre del Fútbol Total. Influyó en otros entrenadores, incluidos Hugo Meisl, Jack Reynolds y Vic Buckingham. 

Rinus Michels, seleccionador de Holanda en el Mundial de 1974, había sido jugador de Reynolds y elevó sus ideas a otro nivel. El Ajax que construyó conquistó tres Copas de Europa a inicios de los 70, aunque dos de esos títulos llegaron tras su salida. 

El Fútbol Total consistía en la maestría para controlar el espacio. Todas las posiciones del campo tenían que estar siempre cubiertas, aunque daba igual qué jugador lo hiciera. Por eso no era raro ver al lateral izquierdo de Holanda irrumpir por la banda derecha, una idea impensable para la mayoría de selecciones en los años 70. 

El enfoque también se apoyaba en otros elementos clave: el sistema 4-3-3, una línea defensiva muy adelantada, la presión alta y extremos que abrían el campo. Las selecciones de Holanda que vinieron después no llevaron el intercambio de posiciones tan lejos como lo hizo Michels, pero los otros rasgos se mantuvieron como núcleo de la identidad futbolística holandesa durante décadas. 

A diferencia de lo ocurrido con Brasil, muchos hinchas holandeses se han mostrado en contra de apartarse de este estilo, incluso cuando los resultados han sido en su mayoría favorables. En 2010, una Holanda dura y pragmática alcanzó la final del Mundial con Bert van Marwijk, pero en el país el equipo despertó poco afecto. El propio Cruyff llegó a describir su estilo como “antifútbol”. 

Holanda no resultó tan defensiva con Louis van Gaal cuatro años más tarde, pero ni siquiera un inesperado tercer lugar bastó para acallar a los críticos que rechazaban el 5-3-2 y el planteamiento contra golpeador. 

Inglaterra: Juego Directo 

Los aficionados ingleses ahora están acostumbrados a ver a sus equipos jugar desde atrás e involucrar al portero en la construcción del juego, pero estas estrategias no fueron exactamente recibidas con los brazos abiertos al principio. Esto se debe a que son antitéticas al enfoque adoptado históricamente por los equipos ingleses, es decir, avanzar el balón rápidamente y preferir los pases verticales sobre los horizontales. 

Incluso hoy en día, los jugadores y entrenadores extranjeros suelen comentar la relativa permisividad de los árbitros de la Premier League. El fútbol inglés siempre ha sido más físico que el de otros países, por lo que las barridas suelen provocar grandes rugidos de la multitud, y la concesión de un tiro de esquina - que anuncia una inminente batalla aérea dentro del área- tiende a ser recibida de manera positiva. 

El famoso clima lluvioso británico podría ser una de las razones de ello. El fútbol es un deporte de invierno en Europa Occidental y, hasta la década de 2000, los campos solían ser poco más que montones de barro durante gran parte de la temporada, incluso en el más alto nivel.  

Por lo tanto, era difícil jugar al fútbol de pases por el centro. Sin embargo, el césped solía estar menos embarrado por las bandas, por lo que los equipos a menudo llevaban el balón a sus extremos y lanzaban centros al área. Algunas de las primeras superestrellas de Inglaterra eran jugadores de banda, como Tom Finney y Stanley Matthews 

Charles Reep, uno de los primeros analistas de datos del deporte, también fue influyente en la promoción del fútbol directo y de balón largo. Elaboró un estudio algo dudoso que supuestamente demostraba que la mayoría de los goles se marcaban a partir de jugadas que contenían como máximo tres pases. Sus ideas fueron adoptadas por figuras como Charles Hughes, el director de entrenadores de la FA. Entrenadores como Graham Taylor, quien fracasó como seleccionador de Inglaterra en los años 90, pusieron en práctica esos principios. 

Durante mucho tiempo, Inglaterra estuvo ligada al esquema 4-4-2, a menudo con un delantero corpulento que intentaba peinar los balones de cabeza hacia un compañero más pequeño y rápido. En décadas anteriores, el fútbol inglés desconfiaba de jugadores técnicos como Glenn Hoddle, o de aquellos que jugaban con paciencia, como Ray Wilkins. Hoy en día, sin embargo, jugadores como Phil Foden, Trent Alexander-Arnold y Jude Bellingham demuestran que Inglaterra es capaz de producir a algunos de los mejores futbolistas técnicamente del mundo. 

Uruguay: Garra Charrúa 

Uruguay es el país que más ha sorprendido con sus logros en el fútbol internacional. Ganaron la Copa del Mundo en 1930 y 1950, mientras que nadie puede superar su registro de 15 títulos de la Copa América. Incluso hoy, una nación de apenas 3,5 millones de habitantes es frecuentemente considerada como una posible sorpresa en la Copa del Mundo. 

¿Cómo lo hacen? Su éxito temprano se puede atribuir en gran parte a una generación dorada de jugadores que surgió en las décadas de 1910 y 1920, ganando la medalla de oro olímpica en dos ocasiones y luego alzando el trofeo Jules Rimet en la primera edición de la Copa del Mundo. La disposición a alinear un equipo multirracial, aprovechando el talento sin importar su origen, también contribuyó. 

Sin embargo, aunque hoy en día sea casi imposible que Uruguay conquiste el mundo, el país sigue sobresaliendo por encima de su tamaño. Para ser una nación relativamente pequeña, ha producido más de su parte justa de talento: José Leandro Andrade en los años 20, Juan Alberto Schiaffino en los 50, Enzo Francescoli en los 80, Diego Forlán en los 2000, Luis Suárez en los 2010 y Fede Valverde hoy, por mencionar solo algunos. 

Lo que lo une todo es la garra charrúa. Garra Charrúa está relacionado con un pueblo indígena que se encuentra principalmente en Uruguay. En términos futbolísticos, se refiere a la idea de jugar con coraje, tenacidad y cierto grado de astucia. Uruguay no es tan grande como otras naciones, pero eso no significa que no puedan esforzarse más o jugar de manera más inteligente. “Es una forma de vivir el fútbol. Es la manera en que todos los uruguayos crecemos. Es cómo jugamos al fútbol en nuestros barrios”, explicó el excentrocampista de Arsenal y Uruguay, Lucas Torreira. “La garra charrúa está dentro de cada uruguayo.”