La era de Néstor Gorosito en Alianza Lima hasta ahora, ha sido un sin fin de contrastes. A nivel internacional, el cuadro íntimo partió en la fase 1 de la Copa Libertadores y sorprendió convirtiéndose en uno de los cuatro equipos -de 54 que lo intentaron- que llegaron hasta la fase de grupos iniciando el camino en esa instancia. Además, tuvo el plus de dejar afuera a Boca Juniors en la mismísima “Bombonera” en la fase 2.
Quedó tercero en su zona, volviendo a ganar un partido de local en esa etapa, después de trece años. Esto le permitió acceder a la Copa Sudamericana, en la que escribió otra página histórica: Eliminó a Gremio en el repechaje y luego dejó afuera a la Católica de Ecuador ganando tres de sus cuatro partidos. En cuartos de final, perdió 2 a 1 en el global contra la Universidad de Chile con decisiones del DT que no dieron resultado en lo que pudo ser uno de los partidos más trascendentes de la historia del club.
En total, fueron 18 partidos internacionales en el año, con un saldo de 7 victorias, 6 empates y 5 derrotas, alcanzando un 50% de efectividad. Números que, si bien no deslumbran, representan un salto cualitativo frente a años previos de sequía y caídas prematuras.
En el torneo local, sin embargo, la realidad es otra. En el Clausura, los blanquiazules se encuentran a 9 puntos del líder Universitario con solo 21 por disputar. La matemática no los descarta, pero el fútbol sí: El equipo muestra altibajos, falta de regularidad y dependencia de individualidades. La ilusión del campeonato, que es lo único que le queda, se desvanece mientras el rival eterno acaricia la gloria del tricampeonato.
Gorosito logró que Alianza recupere respeto internacional, pero aún tiene una deuda interna. En el Perú, para la institución, ganar y pelear arriba es una exigencia que por ahora, parece no se cumplirá en el 2025.