Gonzalo Tapia era una de las figuras del partido entre Sao Paulo y Palmeiras, válido por el Brasileirao. El delantero ex Universidad Católica ya había anotado un gol, la defensa del Verdao no podía con sus movimientos, y la única solución de parte del Palmeiras fue, detenerlo a toda costa, y arremetierón contra él sin piedad, y con complicidad del arbitro principal, y el VAR.
Los jugadores de Palmeiras sólo pudieron responder con gran dureza al nivel del chileno dirigido por Hernan Crespo, quién recibió un penal no cobrado al minuto 51, con el marcador 2-0, que liquidaba el encuentro; una infracción desestimada que terminó en gol del rival al minuto 68; un codazo; y por si fuera poco, un pisotón. Esto, avalado por el Ramón Abatti y el VAR.
Una vez consumado el escandaloso arbitraje, el presidente de Sao Paulo, Julio Casares, presentó un reclamo formal: “Expreso mi profunda indignación… Los errores cometidos influyeron directamente en el resultado y representan una grave pérdida deportiva para nuestro club”.
“El error más escandaloso fue no cobrar un penal claro a Gonzalo Tapia, cuando el Sao Paulo ya ganaba 2-0. Aún con la evidencia evidente del incidente, el árbitro ignoró la infracción y el VAR, que debería haber corregido el error, decidió no hacerlo, causando desconcierto entre todos los espectadores”.
Casares continuó especificando: “Sao Paulo exige que la Comisión de Arbitraje tome medidas inmediatas antes otra actuación desastrosa, que mina la credibilidad de la competición”.
Hernan Crespo, en conferencia de prensa, añadía: “Nunca vi algo tan escandaloso... Fue tan grande, tan evidente que yo no puedo creer todavía lo que pasó”.
A pesar del mal rato vivido, lo de Gonzalo Tapia evidencia un renacer fútbolistico, que ilusiona a la renovación de La Roja, de cara al proximo proceso mundialista.
