Otra opaca actuación del conjunto xeneize, con un resultado negativo más producto de sus propios errores que de los aciertos del rival, y con un entrenador que aún no logra decodificar las señales del siempre complejo “mundo Boca”.
El primer tiempo transcurrió bajo el esquema planteado por Zielinski: un encuentro interrumpido, pausado y cargado de roces. Boca no consiguió escapar de ese cerrojo y terminó involucrándose en esa misma disputa física, por lo que el empate sin goles era un reflejo justo de lo acontecido en los minutos iniciales. El funcionamiento del equipo mostró una fuerte dependencia de Leandro Paredes, quien al comienzo pareció imponerse con un ritmo superior al del rival, aunque con el correr del partido se fue diluyendo dentro del caos táctico propuesto por el conjunto celeste, a pesar de este rompecabezas de planteo Boca logro tener dos chances de concretar con sus delanteros Merentiel y Gimenez.
Boca atravesó un inicio de segundo tiempo para el olvido, con cuatro minutos que resultaron determinantes. En ese breve lapso, sufrió dos goles: primero, por un penal innecesario de VAR cometido sobre un atacante que se encontraba de espaldas y luego caído en el área; después, por una serie de fallas y distracciones defensivas que culminaron con el autogol de Paredes, estableciendo el 2-0 parcial en favor de los Piratas cordobeses.
Tras ese duro golpe, el técnico Claudio Úbeda decidió mandar al campo al “Changuito” Zeballos, quien se convirtió en la figura más destacada del conjunto azul y oro durante los minutos que disputó. No solo descontó en el marcador, sino que además aportó desborde, rapidez y frescura por el sector izquierdo.
Más allá del mensaje de la hinchada, que pidió vencer a River en el próximo compromiso en la Bombonera, antes de ese duelo el conjunto de la Ribera deberá afrontar dos salidas consecutivas ante Barracas Central y Estudiantes.