La temporada 2025 del fútbol paraguayo entra en su etapa final y el panorama para las clasificaciones internacionales empieza a definirse. Libertad ya tiene asegurado su lugar en la Copa Libertadores 2026 tras consagrarse campeón del Torneo Apertura, mientras que Guaraní y Cerro Porteño se perfilan para acompañarlo: uno como campeón del Clausura y el otro por la tabla acumulativa.
Sin embargo, hay un grande que aún no aparece entre los clasificados: Olimpia. El Rey de Copas paraguayo atraviesa un año irregular, alejado de los primeros puestos, aunque mantiene vivas sus esperanzas gracias a su posición en zona de clasificación a la Copa Sudamericana.
Pero la meta del Franjeado siempre fue la Libertadores, torneo que conquistó en tres ocasiones (1979, 1990 y 2002) y cuya ausencia se siente fuerte entre sus hinchas. A cinco fechas del final, la posibilidad de meterse en el certamen continental aún existe, aunque las cuentas son complejas.
Actualmente, el equipo dirigido por Ever Hugo Almeida suma 53 puntos en la tabla acumulativa, ubicándose en el quinto lugar, siete por debajo de Sportivo Trinidense, que con 60 unidades ocupa el último cupo clasificatorio a la Libertadores. Esto significa que Olimpia está obligado a ganar casi todo lo que le queda y esperar tropiezos de su rival directo para poder alcanzarlo en las próximas jornadas.
Sin embargo, ese cuarto puesto no garantiza automáticamente la clasificación. Según el reglamento de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), el último boleto a la Copa Libertadores (Paraguay 4) será para el campeón de la Copa Paraguay, actualmente en fase de cuartos de final. Solo si el ganador de ese torneo ya tiene cupo asegurado por otra vía, el lugar pasará al cuarto de la tabla anual.
En resumen, para que Olimpia vuelva a la Libertadores necesita cumplir una doble condición: meterse entre los cuatro primeros de la tabla anual de la Copa de Primera y esperar que en la Copa Paraguay los finalistas sean Guaraní y Cerro Porteño, y que el podio lo complete un equipo del ascenso o uno que haya ido al descenso. Complicado, pero no imposible.
El desafío es mayúsculo, pero mientras haya chances matemáticas, el Decano no se da por vencido. El sueño de regresar al torneo más prestigioso del continente sigue vivo, aunque dependa tanto de sus propios resultados como de una combinación favorable en otros frentes.