Un año de dificultades para ambos los lleva a jugar un superclásico decisivo. Ni Boca ni River han asegurado por tabla anual la clasificación a la próxima Copa Libertadores, y esa aspiración le da una relevancia adicional al partido más grande del fútbol argentino.
Desde lo inmediato, pareciera tener Boca (sobre todo en lo anímico) mejor semblante que River. La vuelta de Leandro Paredes, que no pudo jugar frente a Estudiantes por límite de amarillas, supone una influencia decisiva para mejorar el juego del xeneize.

Pero los antecedentes ameritan prudencia. Las deudas de este Boca a lo largo del año tienen que ver con su falta de determinación en partidos decisivos (Alianza Lima, Independiente, Auckland City y Atlético Tucumán en distintas competencias). Y este es el gran desafío que representa el clásico para el equipo que hoy dirige Claudio Ubeda.
Por el lado de River, la continuidad de Marcelo Gallardo anunciada por el flamante presidente Stefano Di Carlo representa un mensaje interno fuerte hacia los propios futbolistas.

Torneo Apertura Betano 2025 — Buenos Aires, Argentina. (Foto de Federico Peretti / NurPhoto / Shutterstock)
En medio de la tormenta que desató tras la eliminación de la Copa Libertadores (cayó con Riestra, Sarmiento, Gimnasia La Plata en el mismísimo Monumental y quedó eliminado en semifinales de Copa Argentina), necesitan aferrarse al estímulo que podría representar un nuevo triunfo en la Bombonera. Para River, se presenta el escenario ideal para resurgir porque un nuevo golpe justamente ante el clásico rival marcará el fin de ciclo de muchos de sus futbolistas.
¿Y Gallardo? “Tengo las convicciones necesarias como para redoblar la apuesta", señaló tras anunciarse la renovación de su contrato por un año. Pero los papeles en el fútbol tienen la vigencia de los resultados. Una derrota en el clásico y quedarse afuera de la Libertadores del próximo año son golpes difíciles de resistir hasta para una estatua de bronce.
En los detalles del juego, Boca ha encontrado en Ezequiel Zeballos la dosis de aventura que le faltaba en ataque y cierto aporte goleador. Ausente Cavani, quien iría al banco de suplentes, se ha consolidado la dupla de Miguel Merentiel y Milton Giménez.

En el mediocampo, alrededor de Leandro Paredes, han aparecido distintas variantes ante la lesión de Rodrigo Battaglia que mejoraron el andar del equipo. El retorno tras el Mundial juvenil de Milton Delgado, y la opción de Ander Herrera, que con sus ingresos le da mucho orden al equipo.
Por el lado de River, las grandes incógnitas pasan por el mismo sector: apostar por la experiencia de Enzo Pérez cerca del final de su carrera o apelar a otros nombres como Portillo o Castaño que aún no pudieron consolidarse desde su llegada. En las demás líneas, no habría que descartar que Gallardo disponga de jugar con tres marcadores centrales y que aguarde, en el ataque, por la recuperación de Sebastián Driussi para acompañar a Maximiliano Salas.

El destino, ya que Argentinos Juniors perdió la final de la Copa Argentina y no liberó cupo, los pone en una instancia de necesidad y urgencia en el clásico para no depender de otros en el objetivo Copa Libertadores 2026. Por supuesto que tendrán la puerta abierta si ganan el actual torneo Clausura, aunque de momento el rendimiento de ambos no acredita posibilidades de éxito. Un triunfo el domingo los ubicará, desde lo emocional, en otro plano para terminar de pie un año errante.
