El primer partido de alto voltaje en el renovado Spotify Camp Nou tuvo a un Barcelona que llegaba como líder, pero con un Atlético de Madrid en mejor momento futbolístico. Fue una victoria justa para los blaugranas, frente a los colchoneros que volvieron a mostrarse como un equipo de poca valentía, excesivamente dependiente de Alex Baena, ya que el resto de las figuras estuvo prácticamente ausente desde lo futbolístico.
Los de Flick jugaron por momentos al ritmo y la velocidad que impuso Raphinha, con el buen manejo de Pedri y los regulares aportes de Lamine Yamal. Sin embargo, el habitual adelantamiento de la línea defensiva de este Barça le permitió a Alex Baena, el mejor del Atlético, aprovechar una desatención para señalar el primer gol del partido.
La gran virtud del Barcelona fue su reacción inmediata: el empate llegó rápido gracias a un Raphinha que apareció por un sector inesperado y aprovechó a una defensa de Simeone adelantada y mal parada. El momento insólito del encuentro se dio a los 35 minutos, cuando Lewandowski falló un penal de manera llamativa, no tanto por errar la ejecución sino por lo elevado de su remate, que pasó muy lejos del travesaño. El Barça, además, disfrutó de mucho juego interior, favorecido por el cambio prematuro de los visitantes, entrada de Koke por Cardoso, que debilitó la estructura del mediocampo madrileño.
En el segundo tiempo, el dominio del Barcelona fue aún más marcado, tanto en lo colectivo como en lo individual. Como consecuencia de ese control constante, Dani Olmo quedó en posición de remate y estampó el 2-1 que reflejó con justicia lo que pasaba en el campo, destacando los 28 pases previos en la jugada.
El tercer gol catalán nació desde el banco de suplentes. Y ahí apareció otro mérito del Barça: aun sin Raphinha, Lamine, Pedri y Lewandowski, no solo supo defender la ventaja, sino que la estiró hasta el 3-1 definitivo gracias a Ferran Torres.
