Estudiantes es un rebelde con causa. Fue el abanderado de la injusticia. Desafió al poder del fútbol consciente de su propio potencial. Para dar un golpe en la mesa era necesario confiar en lo propio. Y Verón fue el sastre de un traje que a Estudiantes le sienta a la perfección: sentirse fuerte en la adversidad. Así construyó este éxito.
La final fue de alta paridad. Los detalles marcaron la ecuación. Del golazo de Maravilla Martínez a la falta de Gabriel Rojas que derivó en el cabezazo/empate de Guido Carrillo. Hasta el alargue hubo una chance para cada equipo. Y en los penales el tiro atajado a Cetré y las ejecuciones fallidas de Martirena y Pardo.
La fortaleza espiritual de Estudiantes para imponerse en el tramo final del certamen, sin embargo, no lo erige como el mejor equipo del torneo. ¿Polémico? Para nada. No siempre en este tipo de torneos el campeón es el mejor. Acá te hacemos el balance del Clausura 2005 del fútbol argentino.
MEJOR EQUIPO: Racing. Fue el más constante a lo largo del año y a pesar de competir hasta las semifinales en la Copa Libertadores, tomó envión para decir presente en las instancias finales de la liga local. Eliminar a River y Boca en la misma llave no es poca cosa. Encumbró a Cambeses en el arco, en un giro imprevisto pero acertado de Costas. Tal vez le faltó acompañar mejor a Maravilla Martínez, que de todas maneras se autogestionó para marcar goles decisivos en La Bombonera y en la final de Santiago del Estero.
LA SORPRESA: Gimnasia. El equipo que tomó Zaniratto tenía destino de descenso. Un triunfo imprescindible en el Monumental con aquel penal atajado por Insfrán a Borja le permitieron quedarse en primera división y empezar a confiar en su potencial con algunos juveniles que proyectó el nuevo técnico, y los goles de Marcelo Torres. Eliminó a Unión en Santa Fé y luego a Barracas. La derrota en el clásico, que demostró distintos estatus con el clásico rival, no opaca que el Lobo haya logrado convertirse en una sensación del torneo.
LA DECEPCIÓN: River. De la expectativa a la realidad, lo del equipo de Gallardo es el contraste más marcado. Nunca pudo afianzar futbolistas que se incorporaron por cifras millonarias y desde lo conceptual (tiene gran responsabilidad el entrenador) no pudo imponer ninguna de las virtudes demostradas en su exitoso ciclo anterior.
Golpeado por la eliminación frente al Palmeiras, el Millonario nunca se repuso anímicamente. Cayó en el clásico en La Bombonera y cuando en los octavos pudo empatar repentinamente su partido frente a Racing, sufrió el embate final de su rival.
LA FIGURA: Santiago Sosa. Un jugador con una enorme capacidad para adaptarse al tiempo y espacio de lo que el partido requiere. Puede saltar de líbero a mediocampista central con una facilidad que lo hace imponerse en varias facetas del juego. Intuición para recuperar, ganar duelos aéreos y organizar el juego del equipo.
La valentía de arriesgarse a jugar con una máscara producto de una fractura que sufrió en el maxilar de su cara, lo erige como un auténtico guerrero.
LA REVELACIÓN: Exequiel Zeballos. Uno de los aciertos de Claudio Ubeda fue proyectar nuevamente y darle pista la Changuito Zeballos, aunque la foto final retrate al técnico de Boca por haberlo reemplazado. Actuación consagratoria frente a River y la confianza que necesitaba para encarar y desequilibrar.
