Con un solo tiempo le alcanzó a este Boca práctico y firme en defensa. Con el primer puesto asegurado y todavía con la resaca del triunfo ante River, el Xeneize superó a Tigre por 2-0. El nivel de juego y la intensidad quedaron lejos de lo mostrado en el último superclásico, pese a que Boca llegaba como candidato no solo para este duelo, sino también pensando en los playoffs.
Boca arrancó desconcertado en esa primera mitad, sin claridad ni peso en ataque. Apenas generó un par de remates cruzados de Barinaga, algún pase criterioso de Paredes y un par de intentos aislados de Herrera. El empate lo dejaba cómodo en la cima de su zona, pero aun así el equipo nunca terminó de hacer pie. Del otro lado, Tigre hizo un laburo prolijo en el mediocampo para contener a Paredes y a Delgado, que casi no pudieron hacerse dueños del juego. De hecho, la ocasión más nítida de esos 45 minutos fue del Matador: un tiro de Julián López que obligó a una respuesta enorme de Marchesín, tal vez en el mejor momento del año del arquero.
En el segundo tiempo, Boca metió una marcha más y encontró la apertura gracias a una sociedad que le está rindiendo: la pegada quirúrgica de Leandro Paredes y la gran aparición de Ayrton Costa, que ganó de anticipo y metió un cabezazo impecable para el 1-0. Después del grito llegó el ingreso de Cavani y, ya con el partido más controlado, el capitán y campeón del mundo tuvo el gesto de dejarle la ejecución del penal al uruguayo, que definió el 2-0 y bajó la persiana.
El primer puesto le garantiza a Boca la localía hasta la final y refuerza la sensación de que el equipo atraviesa su mejor momento del año, con cuatro victorias en fila. Ahora, el Xeneize espera por su rival de octavos en un tramo de la temporada en el que, por rendimiento y confianza, puede mirar de arriba a cualquiera.
Boca pisa fuerte: victoria, liderazgo y un equipo que se anima a todo
El equipo de Martínez llega a los playoffs en su punto más alto del año, con solidez, confianza y la sensación de que puede pelearle a cualquiera.
