Boca se anima a soñar: una tarde del “Changuito” que encendió la Bombonera

Con el pase a la Copa Libertadores asegurado y una actuación sólida ante River, el Xeneize cerró una tarde que puede marcar el rumbo de un cierre de año con ilusión de título.
El festejo de los jugadores, de frente a sus hinchas - Créditos: @Manuel Cortina
El festejo de los jugadores, de frente a sus hinchas - Foto: Manuel Cortina

Nadie quería irse de la Bombonera. La fiesta fue completa: cánticos, sonrisas y hasta pedidos por la Copa Libertadores. Boca aseguró su clasificación y cerró una noche redonda que deja la sensación de que el año todavía puede terminar con vuelta olímpica.

El arranque no fue sencillo. Un Boca contenido, algo nervioso, que por momentos jugaba más con el corazón que con la cabeza. Las individualidades pesaban más que el juego colectivo y no había situaciones claras. Paradójico: Gallardo había parado una línea de tres para evitar precisamente lo que terminó ocurriendo. Milton Giménez le ganó al displicente Paulo Díaz y el “Changuito” Zeballos definió con categoría ante Lautaro Rivero, luego de un retroceso flojo del fondo.

Más allá de ese golpe, el Xeneize mostró grietas: los mediocampistas desconectados de los delanteros, mucho movimiento arriba pero poca claridad para generar peligro. Una semana entera preparando cómo evitar que Zeballos quedara mano a mano con los centrales, y justamente esa fue la jugada que rompió el partido. El técnico millonario tuvo margen para corregir tras la lesión de Maxi Meza, pero apostó por Galarza en lugar de Galoppo. Una decisión que no le dio resultado y que terminó expuesta con la entrada inmediata de Juanfer al inicio del segundo tiempo, en reemplazo de Rivero. Nadie terminó de entender si fue una cuestión táctica, física o un castigo por el gol.

El complemento arrancó con otra pincelada del “Changuito” y el 2-0 de Merentiel fue un mazazo. A River le quedaron casi cincuenta minutos por delante, pero nunca pudo volver a meterse en partido. Boca, en cambio, cerró la noche con los brazos en alto, mirando hacia el futuro y soñando con una Libertadores que vuelve a sonar fuerte en la Ribera.