Diego Simeone vuelve a estar bajo la lupa de la UEFA después de su polémica expulsión en Anfield, durante el partido entre el Atlético de Madrid y el Liverpool. El técnico rojiblanco se encaró con un aficionado situado detrás del banquillo tras el tercer gol de Van Dijk, alegando insultos, lo que provocó que el árbitro le mostrara la tarjeta roja.
Según el informe del colegiado Maurizio Mariani, el 'Cholo' reaccionó de manera comprensible, aunque la expulsión era inevitable. De hecho, gracias a su dominio del italiano, pudo dialogar con el árbitro, quien reconoció la provocación sin exagerar los hechos en su reporte. En el club madrileño hay cierto optimismo: la sanción no se espera severa.
La estrategia del Atlético
Mientras tanto, en los despachos del Metropolitano ya preparan posibles alegaciones en caso de que la UEFA decida castigar al técnico. La defensa se basaría en la hostilidad que sufrió el banquillo durante el encuentro, donde no solo se lanzaron insultos, sino también objetos y botellas que aumentaron la tensión en Anfield.
El técnico argentino fue el primero en admitir que su reacción no fue la correcta, pero desde el club insisten en que la provocación fue constante y afectó a todo el cuerpo técnico y a los jugadores en el banquillo. Además, el aficionado implicado cuenta con antecedentes de comportamiento violento, lo que ayuda a entender el contexto del incidente.
El Atlético no dará pasos oficiales hasta conocer la decisión de la UEFA, que podría tardar debido a que la Champions sigue su curso. Mientras tanto, el club se prepara para un posible recurso, confiando en que cualquier sanción será moderada y que el incidente no tenga consecuencias graves para el equipo.
Simeone, que ya había protagonizado polémicas en la pasada edición de la Champions por la eliminación ante el Real Madrid, vuelve a poner al Atlético en el centro de la atención europea. Sin embargo, en Madrid mantienen la esperanza de que la UEFA valore las circunstancias y que la situación se resuelva sin demasiada repercusión.