Cusco FC: La hora de la verdad.

No es cierto el viejo axioma futbolero que sentencia que “el segundo es el primero de los perdedores”.

Si eso fuera verdad, muy pocos se acordarían del ballet húngaro que lideraba Puskás en los cincuenta, del fútbol total que exhibió la Naranja Mecánica en el 74 o del maravilloso Scratch brasileño del 82. Todas esas selecciones son inolvidables, más allá de que no hayan alcanzado títulos. Todas, además, pregonaron un estilo y una estética que las hicieron sobrevivir al paso del tiempo.Salvando las naturales distancias, en el fútbol peruano también ha habido equipos que, sin conseguir campeonatos, dejaron huella en la retina y en el corazón de los aficionados. El Garcilaso de Mariano Soso, el UTC del 85, el Boys de Chale o el Defensor Lima de Challe, por citar algunos ejemplos, pertenecen a ese grupo de campeones sin corona. Ahora es Cusco FC el que persigue el sueño de subirse a lo más alto. Si le gana a la “U” el sábado, el camino se le habrá allanado. Las posibilidades son reales. Dependen exclusivamente de sí mismos, pero, así el destino o la jerarquía enorme del plantel crema —actual bicampeón peruano— se los impida, lo andado merece un reconocimiento que trasciende tablas, estadísticas y posiciones finales.Lo de Miguel Rondelli y su Cusco FC ha sido inconmensurable esta temporada. Tratar de jugar bien, de dar espectáculo y de jamás incurrir en lo vedado para lograr sus objetivos es extremadamente meritorio en un fútbol que pierde cada vez más valores. Hacerlo, además, con un plantel al que no le sobra nada constituye una renovación tanto en el trabajo de campo como en la unidad de grupo, que asombra.