De cabeza y con el sello de la casa, Alexis Mac Allister logró vencer la resistencia de Thibaut Courtois, en otra noche en la que el arquero belga volvió a ser gigante frente al Liverpool. Pero está claro que con un arquero solo no alcanza: el Real Madrid, con este nivel, deja en evidencia que está lejos de ser candidato en esta Champions League. La diferencia entre lo que muestra en La Liga y lo que entrega en Europa se nota, y mucho.
De los tres partidos bravos que tuvo en la temporada, apenas ganó uno —el clásico ante el Barcelona—; después perdió con el Atlético y ahora cayó en Anfield, frente a los Reds.
El primer tiempo fue un duelo de arqueros. Courtois, una vez más, sostuvo al equipo con tres atajadas clave; del otro lado, Mamardashvili apenas intervino una vez. El Liverpool impuso su vértigo y su intensidad, mientras que el Madrid intentó controlar, por ratos, el juego con toques cortos y posesión, pero sin profundidad. Con el correr de los minutos, los de Xabi Alonso se fueron metiendo atrás y solo inquietaron a través de alguna jugada individual de Vinícius Júnior. El mediocampo fue un territorio dominado por Szoboszlai, que volvió a mostrar su pegada de media distancia, como en sus mejores tiempos del Leipzig.
En el arranque del segundo tiempo, Xabi Alonso apostó por los mismos once, con Camavinga más cerca de Tchouaméni y Güler abierto por derecha. Sin embargo, el equipo siguió sufriendo y el local encontró el gol desde una pelota parada. La reacción del técnico llegó tarde y sin sorpresa: apenas tres cambios Rodrygo, Arnold y Brahim, que no cambiaron el partido. La sensación general es clara: dos velocidades distintas, dos equipos que jugaron a ritmos opuestos.
Y lo más preocupante para el hincha blanco no pasa solo por el resultado, sino por las palabras del DT. La versión de “partido igualado” que soltó Xabi Alonso poco tiene que ver con lo que se vio en la cancha. Y eso enciende las alarmas: un entrenador sin autocrítica ni lectura de partido.
