La selección mexicana Sub-17 protagonizó una clasificación histórica e inesperada en el Mundial de la categoría al avanzar a los dieciseisavos de final por el criterio de Fair Play.
El combinado nacional logró el último boleto a la siguiente ronda tras empatar en todos los parámetros deportivos con Arabia Saudita, pero beneficiarse por haber recibido menos tarjetas durante la fase de grupos.
El “milagro de Doha”, como lo llamaron los aficionados, se concretó gracias a una combinación de factores: la derrota 3-1 frente a Suiza parecía sentenciar al Tri, pero la posterior victoria de Malí reacomodó la tabla y mantuvo con vida al conjunto dirigido por Carlos Cariño. Finalmente, el desempate entre México y Arabia Saudita ambos con tres puntos, diferencia de -2 y tres goles a favor se definió por el juego limpio.
De acuerdo con las reglas de la FIFA, el Fair Play considera el número de amonestaciones y expulsiones recibidas. México acumuló 7 tarjetas amarillas, mientras que Arabia sumó 9 amarillas y 2 rojas, lo que inclinó la balanza a favor del cuadro azteca.
El equipo mexicano, que mostró altibajos durante la fase de grupos, celebró una clasificación tan agónica como simbólica. Este avance representa una oportunidad para reivindicar su desempeño y recuperar confianza de cara a los cruces directos.
