Con mucha autoridad y tras imponerse en un mismo certamen a selecciones como España, Brasil, Francia y Argentina, Marruecos alcanzó por primera vez en su historia el título de campeón mundial Sub-20. En tanto, el conjunto argentino volvió a quedarse en una final, tal como sucedió en 1983 ante el Brasil de Bebeto y Dunga.
La primera mitad estuvo marcada desde el arranque por una acción que anticipó el rumbo del encuentro: un pelotazo largo hacia Yassir Zabiri (Famalicão), la gran figura de este Mundial, que provocó la amonestación del arquero argentino Santino Barbi (Talleres) y un tiro libre al borde del área que terminó en el primer gol de Marruecos.
Fue una situación inédita para el equipo de Diego Placente, que no había empezado ningún partido en desventaja. Antes de la media hora, una pérdida de balón en terreno rival desencadenó otra veloz réplica marroquí: una maniobra desequilibrante de Othmane Maamma (Watford) encontró solo, en el segundo palo, nuevamente a Zabiri, quien amplió la ventaja con el 2-0, nadie sabía que pasaba.
Argentina logró algunas aproximaciones y Placente, su entrenador, buscó una reacción con el ingreso de Mateo Silvetti (Inter Miami), aunque la albiceleste se estrellaba constantemente contra el muro defensivo del conjunto africano. La segunda mitad representó una justa recompensa a la resistencia y el aguante de Marruecos, mientras que en Argentina se evidenció que no era el día. Igualmente corresponde destacar el rendimiento sostenido de la Albiceleste a lo largo de sus seis juegos anteriores.
Diversos futbolistas de este plantel argentino se perfilan como promesas a considerar en futuras convocatorias de Lionel Scaloni para la selección mayor. Del mismo modo, sobresale la labor del técnico Diego Placente, quien condujo al equipo con solvencia dentro y fuera del campo, siguiendo una línea de trabajo claramente influenciada por la escuela de José Pekerman.
