Un baño de realidad: México humillado por Colombia.

ARLINGTON, TEXAS - 11 DE OCTUBRE: Marcel Ruiz #14 de México reacciona tras lesionarse durante un partido amistoso internacional entre México y Colombia en el Estadio AT&T el 11 de octubre de 2025 en Arlington, Texas. Omar Vega/Getty Images/AFP (Foto de Omar Vega / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images vía AFP)//TT

La Selección Mexicana dejó de nuevo al descubierto su verdadera cara: un equipo sin rumbo, sin identidad y sin liderazgo. Colombia no solo lo goleó 4-0 en Arlington, Texas, sino que lo expuso con una facilidad alarmante, destrozando cualquier ilusión que pudiera tener la afición azteca.

La exhibición fue total. El Tricolor no compitió ni por lapsos. Desde el inicio fue superado en todos los aspectos: táctica, técnica, intensidad y mentalidad. El marcador fue solo una consecuencia lógica de un equipo completamente descompuesto, sin idea ni reacción.

Un desastre defensivo y un técnico superado:

Los dirigidos por Néstor Lorenzo abrieron el marcador a balón parado, una vez más, la pesadilla recurrente de México. Jhon Lucumí del Bolonia remató sin marca y con la complicidad de Malagón, un portero que siempre se le ha cuestionado sus salidas a cortar balones por el aire. Evidenciando una vez más que el arco mexicano no está seguro.

El supuesto “carácter” que presume Javier el “Vasco” Aguirre brilló por su ausencia. Desde la banca mexicana no se vio ajustes o correcciones en el esquema del Tri que cambiaran la cara en el partido.

Jugadores desaparecidos, estructura inexistente:

En la cancha, figuras como Orbelín Pineda, Alexis Vega y Marcel Ruiz fueron fantasmas. La media cancha estuvo desierta de ideas, y la defensa una invitación permanente al ataque colombiano.

Luis Díaz y James Rodríguez jugaron a placer. Jorge Sánchez fue humillado por el colombiano del Bayern en el segundo gol, y el resto sólo observó cómo se construía una goleada inevitable. El tercero, un golazo de Jefferson Lerma del Crystal Palace, fue la sentencia. El cuarto, cortesía de Johan Carbonero del Inter de Brasil, fue un puñal innecesario, pero merecido.

No hubo ni garra, ni respuesta. Desde la banca no llegó una sola variante táctica efectiva, ni motivación alguna. Aguirre, con el rostro desencajado, miraba al césped igual que sus jugadores.

Un divorcio con la afición que ya no cree:

La afición mexicana, históricamente fiel, se cansó. En Dallas, una plaza que suele ser territorio tricolor, los abucheos fueron ensordecedores y el estadio terminó teñido de amarillo. El mensaje fue claro: ya no compran humo, ni promesas vacías.